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Justificar la violencia policial
El juez Jorge De Santo argumentó que apuntar a la cabeza y precintar a un niño discapacitado fueron acciones "necesarias" durante un allanamiento de la Policía Federal en un conventillo de La Boca. El operativo buscaba a un hombre pero irrumpió en otras 14 viviendas sin orden judicial. La Procuvin había presentado una denuncia penal. Por Martina Noailles
“Eran las 6.40 de la mañana y me desperté entre gritos y golpes. Antes de llegar a mi puerta un policía la abre de una patada y me apunta al pecho con un arma. No podía verle la cara porque una luz roja que venía de su casco me obnubilaba. Mientras me tiene apuntada, otros entran al fondo de mi casa y quieren levantar a mi nene que es discapacitado. Él no entiende lo que pasa, se asusta y llora. Yo les explico que tiene microcefalia, que debe tomar su medicamento. Lo golpean y le atan las manos con un precinto. Les explico que es inofensivo, que puede convulsionar…”. Mariela tiene miedo. Su verdadero nombre es otro pero sólo anónima accede a contar lo vivido en el conventillo donde vive. Allí irrumpieron agentes de la División Homicidios y del Grupo G-1 de la Policía Federal en busca de una persona. Y aunque la orden judicial no lo indicaba, entraron con violencia a las viviendas de 14 familias que nada tenían que ver. En pocos minutos, niños y mujeres fueron obligados a tirarse en el piso de sus habitaciones y del patio común como si se tratara de una banda de asesinos seriales. En ningún momento se resistieron. Los policías prometieron volver.
Así comenzaba la nota publicada en la edición de Sur Capitalino de mayo pasado bajo el título “Allanamiento violento”. El relato daba cuenta de la situación vivida en un conventillo de La Boca, que derivó en una denuncia penal por parte del fiscal ad hoc de la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin), José Nebbia. La presentación realizada hace 6 meses ante el Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción 24, a cargo de Jorge De Santo, denunciaba “allanamiento violento e ilegal” por parte de miembros de la Federal. A fin de octubre, el juez De Santo se declaró incompetente al considerar que entrar en 14 viviendas, precintar al menos a seis personas, entre ellos un menor y un discapacitado, y apuntar a familias enteras buscando a una persona que, sabían, vivía en otra puerta, es normal en este tipo de procedimientos.
